All brilliantly funny shows. But all unmistakably “guilty” of “punching down”. And then, of course, there’s Little Britain – which, as it happens, was executive-produced by none other than Jon Plowman himself. If the sketches about the risibly unconvincing trans woman Emily Howard (“I’m a lay-deeeee!”), Vicky Pollard (stereotype chav) and Lou and Andy (benefits cheat pretending to be disabled) aren’t clear cases of “punching down”, what are they? Yet, although we’re not supposed to admit it these days, millions of us found Little Britain hilarious. I know I did. This supposed rule about never “punching down”, therefore, is pure drivel. But it isn’t merely inaccurate. Belief in it is actively damaging – because it appears to have made all too many people in the comedy industry (performers, scriptwriters, TV commissioners) think that the role of comedy is to promote equality, inclusivity and social justice. To help make the world a kinder, fairer, more righteous place. But it isn’t. It’s simply to make people laugh. So, if you’re ever wondering why an awful lot of modern comedy seems so tame, tepid and suffocatingly right-on, it’s because the people behind it have forgotten what it’s for.

Todos los espectáculos brillantemente divertidos. Pero todos inequívocamente “culpables” de “golpear”. Y luego, por supuesto, está Little Britain, que, casualmente, fue producida por nada menos que el propio Jon Plowman. Si los sketches sobre la ridículamente poco convincente mujer trans Emily Howard (“¡Soy una laica!”), Vicky Pollard (chav estereotipada) y Lou y Andy (tramposos de beneficios haciéndose pasar por discapacitados) no son casos claros de “puñetazos” abajo”, ¿qué son? Sin embargo, aunque se supone que no debemos admitirlo en estos días, millones de nosotros encontramos divertidísima a Little Britain. Sé que lo hice. Esta supuesta regla de nunca “golpear”, por lo tanto, es pura tontería. Pero no es simplemente inexacto. Creer en ella es activamente perjudicial, porque parece haber hecho que demasiadas personas en la industria de la comedia (artistas, guionistas, comisionados de televisión) piensen que el papel de la comedia es promover la igualdad, la inclusión y la justicia social. Ayudar a hacer del mundo un lugar más amable, más justo y más justo. Pero no lo es. Es simplemente para hacer reír a la gente. Entonces, si alguna vez te preguntas por qué gran parte de la comedia moderna parece tan mansa, tibia y asfixiantemente correcta, es porque las personas detrás de ella han olvidado para qué sirve.